Ni la prensa nacional ni la internacional se han librado de los abusos del ESMAD en protestas

Heridos de prensa nacional e internacional en protestas en Colombia
La prensa también ha sido agredida.

Las protestas y movilizaciones en Colombia, en el marco del paro nacional indefinido, se han convertido en una batalla campal entre manifestantes y miembros de la Fuerza Pública, Policía y ESMAD.

Jóvenes, defensores de derechos humanos, e incluso, la prensa nacional e internacional, han resultado siendo víctimas de impactos con armas no letales del Escuadrón Antidisturbios.

El estallido social en Colombia

Colombia se encuentra viviendo un estallido social sin precedentes desde el pasado miércoles 28 de abril de 2021. El día de ayer, se cumplieron dos meses de paro nacional en rechazo de las medidas del gobierno de Iván Duque.

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El motivo inicial de las manifestaciones fue la propuesta de reforma tributaria del gobierno que perjudicaba económicamente a las clases media y baja del país, mientras que se garantizaban beneficios para los superricos colombianos, el sector financiero y bancario.

Sin embargo, el hambre, el desempleo, el poco acceso a la educación, las violaciones de derechos humanos y la falta de oportunidades, han llevado a la población a persistir y mantenerse en las calles hasta lograr un diálogo abierto con el gobierno nacional.

Los riesgos de la prensa en el paro nacional

Los representantes de la prensa en el país, tanto nacionales como internacionales, han arriesgado sus vidas por hacer un cubrimiento efectivo de la noticia y del movimiento social en Colombia.

Pese a estar debidamente identificados como prensa en medio de las protestas, varios han sido víctimas de las arremetidas del ESMAD y la Policía para reprimir y disolver las concentraciones de la ciudadanía marchante.

Tal es el caso de reporteros y camarógrafos del Tercer Canal, dirigido por Hollman Morris, el Canal 2 de Cali, e incluso la prensa francesa.

El periodista francés.

Así lo han denunciado varios ciudadanos a través de redes sociales, como una evidencia de que, en Colombia, el Estado no es garante de los derechos humanos.