¿Qué hace una chica de holandesa en la guerrilla colombiana de las FARC, en una sangrienta batalla que «no es suya»?
Varias películas, innumerables telediarios y un puñado de libros, incluido un libro reciente de la propia Tanja Nijmeijer, ya han reflexionado sobre esta cuestión. Tanja – Diario de una guerrillera del aclamado cineasta alemán Marcel Mettelsiefen añade poco a lo que un seguidor menor de Nijmeijer ya sabía.
Sin embargo, el documental, que se estrenará en cines a partir del jueves, plantea al espectador preguntas fascinantes.
Sigue en la lucha, pero como una estrella de cine
“Con un gobierno tiránico, usted, como ciudadano, tiene derecho a actuar”, dice a medio camino la entrevistada Tanja Nijmeijer. Porque a esa altura de su historia ella todavía se encuentra en lo profundo de la selva de Colombia y por ende en medio de la lucha contra los paramilitares, agrega que las armas son un mal necesario. De lo contrario, nada cambiará», afirmó.
¿No es todavía necesaria la violencia para imponer una sociedad más justa? Nijmeijer, que habla alternativamente en inglés, holandés y español, no estaba en ningún caso solo.
Los terroristas de las FARC, formadas originalmente por agricultores descontentos, fueron durante muchos años uno de los movimientos guerrilleros más grandes del mundo.
Sigue siendo fascinante que una mujer holandesa de poco más de veinte años termine en un conflicto tan prolongado. La versión corta: quería dejar su opresivo pueblo natal, se convirtió en maestra en Colombia y, una vez allí, se preguntó «cómo ese grupo rebelde podía ser tan grande cuando todos lo odiaban tanto».
Un sentimiento profundamente arraigado de injusticia social «el Estado, que era culpable del terrorismo» hizo el resto. Antes de que se diera cuenta, Nijmeijer estaba enseñando en la escuela durante el día y haciendo estallar un autobús con una bomba por la noche.
Para aquellos que esperan saber más sobre sus motivaciones, el creador no profundiza mucho más que ese breve resumen. En realidad, esto se aplica a cada capítulo del relato de Nijmeijer.
El documental sigue siendo un esbozo que prefiere revelar la historia completa de forma más superficial que profundizar en algunos detalles. A veces va acompañado de imágenes únicas de, por ejemplo, la mujer Denekamp que actúa como intérprete para tres estadounidenses secuestrados que estuvieron retenidos por las FARC durante más de cinco años.
Luego expresa sus dudas al respecto en una entrada de su diario: su diario de viaje acabó en manos de la prensa colombiana. «Tampoco sé adónde va todo esto». Pero ella no abandonó el grupo, en la medida de lo posible.
También hay muchas otras personas, tal vez demasiadas, hablando, desde antiguos compañeros de armas hasta periodistas, lo que significa que también falta profundidad. Sigue siendo un poco Tanja Nijmeijer para tontos .
Las cosas se ponen más interesantes en el acto final. Las FARC y el gobierno han enterrado el hacha. Pero en lugar de alegría, prevalece un sentimiento de vacío. “No pudimos evitar hacer las paces porque nunca podríamos ganar. Pero no hemos logrado cambiar la estructura social del país”, dice abatido Nijmeijer.
Un final problemático
Después de más de cincuenta años de guerra, todavía existe una enorme brecha entre ricos y pobres. Nijmeijer (que ahora tiene 45 años) está dispuesto a admitir que las armas no son la solución. «Así que, por el amor de Dios, intentemos algo diferente».
¿Pero entonces qué? ¿Y es correcto o incorrecto que Nijmeijer siga en la lista de terroristas buscados por Interpol, por lo que tiene que seguir acampado en Colombia? El director Marcel Mettelsiefen deja que el espectador se divierta con temas tan molestos.
