El poderoso narcotraficante Juan Carlos Cuesta, de 29 años, más conocido como el ‘Gordo Rufla’, fue detenido hace cerca de 2 años tras ser delatado por su amante.
Era objetivo prioritario para el FBI y fue solicitado en extradición por Estados Unidos, el capo del Clan del Golfo gastaba cerca de $500 millones de pesos por semana.
El Gordo Rufla
Según las investigaciones policiales, el ‘Gordo Rufla’ era el hombre de confianza de Otoniel, máximo jefe del Clan Del Golfo y tenía nexos con organizaciones de narcotráfico de Honduras, Costa Rica, Panamá y México.
El director de la Policía aseguró en su momento que el capturado se especializaba “en el acopio de cocaína para ser traficada a Estados Unidos y en la ubicación de lanchas y medios de transporte marítimo para que esa cocaína fuera transportada a los Estados Unidos”.
Una de las debilidades del ‘Gordo Rufla’ era que practicaba ritos de santería y brujería. Incluso, la Policía pudo recopilar evidencia de que en sus botes (los que iba a utilizar para enviar la droga), también se hacían estos ritos supuestamente, para evitar que pudiera ser capturado.
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El ‘Gordo Rufla’ tenía operaciones en los departamentos de Antioquia, Atlántico y Córdoba, lugares en los que poseía propiedades a nombre de familiares y amigos.
Apartamentos, casas, camionetas lujosas, motocicletas de alto cilindraje, empresas de insumos agrícolas, fincas ganaderas, licorerías, ferreterías, restaurantes, entre otros negocios que eran utilizados supuestamente para blanquear dinero adquirido a través del narcotráfico.
El narcotraficante también era considerado como excéntrico, pues solía comprar joyas avaluadas en más de 100 millones de pesos. “Cadenas con diamantes, vírgenes, coronas que regalaba a sus novias”, aseguró el director de la Policía.
Otras aficiones que tenía el delincuente eran fiestas con artistas reconocidos, colonias y ropa de exclusivas marcas. Se calcula que semanalmente gastaba de 300 a 500 millones de pesos en este tipo de gustos personales.
Por último, las autoridades lograron determinar que buscaba a mujeres jóvenes del Urabá antioqueño, para costearles operaciones estéticas y convertirlas en sus amantes.
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