Una mujer amante de los viaje mostró como un pasajero de un avión, sin manifestar el mínimo de respeto por el otro, se quita los zapatos y, por cerca de las 3 horas que duró el viaje, produjo la incomodidad del otro pasajero que estaba ubicado en la silla de adelante. Aerolínea Avianca con millonarias pérdidas ordenó la compra de 88 nuevos aviones.
La fotografía de la denuncia muestra cómo el pasajero de atrás levanta las piernas y además de apoyar las rodillas contra el puesto del pasajero de enfrente, coloca los pies en el descansa brazos del mismo pasajero.
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Durante el viaje de 3 horas una pasajera, al parecer alemana, movió el asiento del pasajero de adelante, dio golpes con las rodillas y para colmo le puso los pies en el descansa brazos y el pasajero, aunque molesto, no dijo ni hizo nada.
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Los más bajos estándares de cultura no tienen nada que ver con nacionalidad, ni color de piel, ni estrato social, ni nivel de estudios; tienen que ver con algo tan sencillo como el sentido común.
Este tipo de denuncias promueve la discusión sobre las libertades de los usuarios, pero también la educación y los modales que son muy necesarios en la sociedad, sobre todo en espacios públicos que deben ser compartidos con otras personas.
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Sin embargo, se hace necesario evocar el dicho del filósofo Jean-Paul Sartre: «Mi libertad se termina dónde empieza la de los demás»; de la misma manera, sucede con los derechos de una persona, terminan donde empiezan los derechos del otro y viceversa.
La invitación de la denunciante de este hecho durante el viaje en un avión comercial, es a que cada persona sea consciente y respete el espacio del otro, así como exigiría de los demás el respeto por el suyo.
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