Los datos son contundentes: la dieta estadounidense típica está acortando la vida de muchos estadounidenses. Las muertes relacionadas con la dieta superan a las muertes por fumar, y aproximadamente la mitad de las muertes por enfermedades cardíacas en los EE. UU. (casi 900 muertes por día) están relacionadas con una dieta deficiente. Los salarios en Estados Unidos están bajando por inflación desbordada.
La pandemia puso de relieve el problema, con resultados mucho peores para las personas con obesidad y otras enfermedades relacionadas con la alimentación.
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La comida rápida afecta a los estadounidenses
«Realmente estamos en una crisis nutricional en este país», dice Dariush Mozaffarian, cardiólogo y decano de la Escuela Friedman de Ciencias y Políticas de Nutrición de la Universidad de Tufts
Ahora, hay un impulso creciente para abordar este problema. La administración Biden llevará a cabo la Conferencia de la Casa Blanca sobre el Hambre, la Nutrición y la Salud el 28 de septiembre y anunciará una nueva estrategia nacional.
Esto ocurre más de 50 años después de una conferencia histórica en la Casa Blanca que ayudó a lanzar los principales programas federales de asistencia alimentaria de la actualidad.
«La conferencia de 1969 fue transformadora», dice Mozaffarian. Los programas que introdujo, como el programa WIC, han ayudado a alimentar a millones de familias de bajos ingresos.
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Pero esto no ha sido suficiente para resolver el problema dual de la inseguridad alimentaria y las enfermedades relacionadas con la dieta. Los líderes de políticas alimentarias dicen que es hora de pensar de nuevo y construir sobre lo que hemos aprendido.
Estados Unidos no puede «arreglar» el hambre simplemente alimentando a la gente con alimentos procesados baratos, ricos en calorías, los alimentos que son tan abundantes en ese país.
En su lugar, tiene que encontrar formas de nutrir a las personas con alimentos saludables y ricos en nutrientes.
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