En Colombia el 60% de la minería es ilegal. El país posee los mayores índices de contaminación de mercurio en América y se calcula que emite 180 toneladas anuales de este elemento, derivado de la extracción artesanal de oro.
El mercurio termina en el subsuelo colombiano, ocasionando daños irreparables en más de 80 ríos. Una de las zonas más afectadas es el Chocó. Al parecer, El Clan del Golfo y los grupos residuales se han apropiado de este lugar, para extraer de manera ilícita el oro, que sacan del río San Juan y Tamaná.
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Estos grupos ilegales utilizan excavadoras y los denominados ‘dragones’, utilizados por los buzos artesanales para barrer el lecho de los ríos, para llevar a las tolvas instaladas en los planchones el material del fondo.
Pero no solo succionan el suelo, sino plantas, peces y ecosistemas subacuáticos claves para su reproducción. Lo preocupante de esta situación es que utilizan el mercurio para colocarlo en los tapates, ahí es donde se hace el lavado y esto cae en las corrientes de agua.
Entre los ríos que se encuentran afectados son: El Atrato y Quito en Chocó; Sambingo y Timbiquí en Cauca; Nechí en el Bajo Cauca antioqueño; Reposo en el Valle del Cauca; Norosí en el sur de Bolívar; Telembí en Tumaco, entre otros. Los que se encuentran contaminados con metil-mercurio son difíciles de recuperar.
El 65% de las exportaciones de oro serían resultado de estas actividades ilegales. Son alrededor de 52 toneladas que representarían 114.400 millones de pesos, cada gramo a 220 mil pesos. Este negocio es hasta 20 veces más rentable que la coca.
Consecuencias asociadas a la minería ilegal
Este panorama demuestra que hay una contaminación avanza de forma descontrolada, lo cual ha ocasionado complejos problemas de orden público y desórdenes ambientales.
El desplazamiento es una de las consecuencias de estas acciones, pues por la influencia de los grupos armados y su interés por practicar minería ilegal, las familias han tenido que salir de los lugares donde habitan.
Los motivos van más allá de cuestiones de seguridad, ya que, por la maquinaria instalada y la contaminación con estas sustancias, pierden sus fuentes de agua y deben reubicarse.
La salud también se ve afectada. Investigadores médicos han hallado al menos medio centenar de personas con daños en el sistema nervioso central, uno de los más sensibles al metal tóxico.
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