
La cadena de restaurantes Don Jediondo Sopitas y Parrilla S.A.S. ha llegado al final de su camino empresarial. La Superintendencia de Sociedades confirmó este martes, 26 de agosto de 2025, que la compañía del humorista Pedro González fue admitida en un proceso de liquidación judicial. La decisión pone fin a una larga batalla financiera que se hizo insostenible, acumulando deudas que ascienden a la impresionante cifra de $25.580 millones.
Este desenlace se produce tras el fracaso del plan de reorganización que la empresa había iniciado en agosto de 2022, un esfuerzo por salvar el negocio que, lamentablemente, no dio los frutos esperados. Ahora, un liquidador será el encargado de rematar los bienes de la compañía para saldar las deudas con los acreedores.

Restaurante de Don Jediondo venía con problemas operativos
El propio Pedro González, conocido por su personaje «Don Jediondo», explicó que la empresa se acogió a la Ley 1116 hace seis años, un mecanismo que buscaba darles un respiro para cumplir con sus compromisos financieros. Sin embargo, las condiciones del mercado y otros factores impidieron que se cumplieran los pagos pactados.
«Infortunadamente, por cuestiones del mismo mercado, no se fueron cumpliendo y el pasado martes ya la sentencia de un juez de la Superintendencia de Sociedades fue a entrar a liquidación», afirmó el humorista.
El proyecto, que nació en 2006 como una idea familiar de Pedro González junto a su esposa e hijos para exaltar los platos típicos colombianos, enfrenta ahora su capítulo más difícil.
Uno de los factores determinantes en la caída del emporio fue su acelerada expansión. En su apogeo, la cadena llegó a operar 50 restaurantes y a emplear a más de 480 personas. Lo que parecía un éxito rotundo se convirtió en una carga financiera insostenible.
Según análisis empresariales, los costos fijos terminaron por «fregar» a la compañía. La enorme carga prestacional y los gastos operativos de una estructura tan grande fueron demasiado pesados. Este fenómeno es común en empresarios que, emocionados por el buen momento, crecen de manera desmedida y luego deben enfrentar las dolorosas consecuencias de una estructura que no pueden mantener.
¿El modelo de negocio fue el error? Centros comerciales y calidad en la mira.
La estrategia de ubicarse principalmente en plazoletas de comida de centros comerciales también parece haber sido un punto débil. Expertos señalan que los food courts no siempre son el espacio ideal para la comida típica, que requiere una preparación más reposada y no se ajusta del todo al modelo de «comida rápida».
A esto se suman los altos costos de arrendamiento, que pueden oscilar entre 15 y 30 millones de pesos mensuales.

Además, el flujo de clientes en estos lugares es irregular, concentrándose principalmente los fines de semana, mientras que la competencia es brutal al compartir espacio con decenas de otras marcas.
La calidad del producto también fue un factor mencionado por algunos clientes. Se ha señalado que el proceso de regenerar alimentos congelados, si no se hace a la temperatura ideal, puede afectar la experiencia del consumidor. El empresario Germán Mauricio Osorio
recordó una mala experiencia personal con una «lengua en salsa» que estaba caliente por fuera pero fría por dentro, un detalle que desanima a cualquier comensal a regresar.
Como si los problemas internos no fueran suficientes, factores externos agravaron la crisis. Germán mencionado que la pandemia y los paros nacionales fueron circunstancias que se sumaron a la ya delicada situación financiera, contribuyendo al colapso final.
A pesar de este «fracaso, entre comillas», como algunos lo definen, se reconoce la «berraquera» y el corazón que Pedro González le puso a su emprendimiento en un país donde no es fácil crear empresa. Este difícil momento es, sin duda, una lección para el ecosistema emprendedor del país, pero también una oportunidad para un nuevo comienzo.
Lea más: Gustavo Petro le recuerda a Don Jediondo que Duque le quebró sus restaurantes.



