Se ha encendido la polémica debido a una escultura gigante de una vulva sangrante en el Parque-museo Usina das Artes, en el noreste de Brasil. La escultura, llamada “Diva”, habría sido realizada por la artista brasileña Juliana Notari.
Varios sectores conservadores, de la extrema derecha o de ferviente religiosidad, han rechazado la obra de la artista por su genitalidad, su carácter explícito y su falta de pudor.
Sin embargo, para Notari, la escultura representa una herida profunda en la cultura y los valores brasileños, reforzada por el actual gobierno de Jair Bolsonaro.
Según la brasileña, el machismo, el patriarcado, la explotación y el abuso contra la mujer, los prejuicios y una sociedad retrógrada, han esclavizado y amordazado a la mujer hasta convertirla en un ser manipulable y sin voluntad.
Por ello, en señal de rechazo y protesta, ha exhibido su obra en muchos sitios alrededor del continente europeo, en busca de la reivindicación de la mujer, y ha desarrollado esta escultura de 33 metros de largo por 11 de ancho y 6 metros de profundidad.
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En el viejo continente, su trabajo ha sido admirado y respaldado por numerosos colegas de Alemania, Italia, Holanda y Francia, en la representación de lo que ella llama, una vieja “herida de América Latina”.
Contrario a lo que muchos han afirmado, Notari asegura no pretender mostrar el genital en sí, al no haberse enfocado en labios o en clítoris; el propósito se centra netamente en el rechazo de la censura y de la involución de algunos valores que ponen en riesgo la libertad de la mujer.
La vulva sangrante de grandes dimensiones puede encontrarse expuesta al aire libre, en una sierra rodeada de naturaleza, fauna y flora, en los límites entre los estados de Alagoas y Pernambuco, al noreste de Brasil.
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