El estrés no solo impacta la salud mental y física, también se refleja en la piel. Más de la mitad de las personas en el Reino Unido aseguran haber experimentado problemas cutáneos relacionados con el estrés, desde granos hasta resequedad o irritación.
Los expertos advierten que la piel estresada puede volverse más sensible, grasosa o propensa a brotes debido al aumento de ciertas hormonas. Además, el estrés sostenido puede acelerar el envejecimiento de la piel, contribuyendo a la aparición de arrugas, opacidad y pérdida de elasticidad.
El estrés y sus efectos visibles en la piel
Los niveles altos de cortisol, la hormona del estrés, pueden provocar inflamación y dañar la barrera natural de la piel. Esto facilita la aparición de enrojecimiento, resequedad, brotes e incluso condiciones como rosácea o eccema.
Katie Onyejekwe, esteticista y embajadora de Perfectil, explicó que un buen descanso es esencial para contrarrestar estos efectos: “Dormir bien es fundamental para la salud de la piel. Solo un día de privación de sueño puede reducir su hidratación y elasticidad”.
También recomienda mantener una rutina suave con ingredientes calmantes como cica, betaglucano y pantenol para reforzar la piel estresada.
Cómo cuidar la piel estresada
La especialista también destaca la eficacia de la terapia de luz roja, que promueve la regeneración celular, reduce la inflamación y estimula la producción de colágeno.
Para ver resultados, debe aplicarse con frecuencia, ya sea en casa con dispositivos aprobados o en sesiones dermatológicas.
“Al priorizar el autocuidado, nutrir el cuerpo y mantener una rutina constante, es posible controlar el impacto visible del estrés”, concluyó Onyejekwe.
Cuidar la piel desde adentro hacia afuera, con suplementos adecuados y hábitos saludables, es clave para una piel radiante incluso en tiempos difíciles.
Lea más: Vapear destruye tu piel: produce acné y arrugas.
