
La representante a la Cámara por Arauca, Lina Garrido, se ha consolidado como una de las figuras más polémicas del panorama político colombiano. Su vertiginoso ascenso y, sobre todo, sus notorios giros ideológicos, la han puesto en el centro del debate nacional.
La controversia se alimenta de las fotografías que circulan en redes sociales donde se le ve junto al presidente Gustavo Petro, y los expresidentes Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos, tres líderes de orillas políticas diametralmente opuestas. Estas imágenes han avivado las críticas que la señalan de actuar por conveniencia y «mermelada», más que por convicciones, un cuestionamiento que resume el sentir de muchos ciudadanos que ven en ella un ejemplo de pragmatismo extremo.

Del respaldo a Petro al abrazo con Uribe
La carrera política de Lina Garrido, militante de Cambio Radical, está marcada por una sorprendente capacidad de adaptación. El episodio más recordado de su transformación fue su paso de ser una defensora del proyecto político de Gustavo Petro en las elecciones de 2022 a convertirse en una de sus opositoras más acérrimas.
La propia congresista admitió públicamente haber votado por Petro, un respaldo que justificó en su momento como un impulso personal, una decisión que «le nació». Las imágenes de esa época la muestran cercana a la campaña del Pacto Histórico en Arauca.
Sin embargo, el idilio duró poco. Apenas un año después de iniciado el gobierno, Garrido manifestó su arrepentimiento y comenzó a perfilar un discurso de oposición frontal, argumentando una supuesta traición a la confianza que depositó en el mandatario.
Este giro se materializó de forma dramática en la instalación del Congreso el 20 de julio de 2025. En una intervención que se hizo viral, Garrido parafraseó al fallecido presidente venezolano Hugo Chávez para atacar a Petro, declarando desde su curul que en el recinto «huele a azufre».
Este acto no solo marcó su ruptura definitiva con el petrismo, sino que la catapultó como una nueva voz de la derecha más radical. Su metamorfosis política se completó con su acercamiento explícito a la figura del expresidente Álvaro Uribe Vélez.
En julio de 2025, tras el fallo judicial adverso para el líder del Centro Democrático, Garrido salió en su defensa férrea y, semanas después, en agosto, lo visitó en su finca, un encuentro que inmortalizó con fotografías y un emotivo poema que le dedicó. De un momento a otro, la petrista arrepentida se convirtió en uno de los alfiles más visibles del uribismo.

Las alianzas del pasado y el peso de Cambio Radical
La relación de Lina Garrido con el expresidente Juan Manuel Santos es más difusa, pero se inscribe en la lógica de su partido, Cambio Radical. Dicha colectividad fue una pieza clave de la coalición de Unidad Nacional que sostuvo el gobierno de Santos entre 2010 y 2018.
Aunque no existen registros de una alianza personal directa, su militancia la ubicaba dentro de esa esfera de poder. Paradójicamente, hoy Garrido es una crítica severa del Acuerdo de Paz, el principal legado de Santos, y ha llegado a acusarlo de «robar» el plebiscito de 2016, donde el ‘No’ se impuso en las urnas. Este posicionamiento la alinea con el sector más duro del uribismo, que siempre se opuso a las negociaciones con las FARC.
Este recorrido, que la ha llevado por tres de los proyectos políticos más influyentes y antagónicos de la historia reciente de Colombia, es interpretado por sus detractores como un claro ejemplo de oportunismo.
La acusan de ser una «camaleona», una figura que adapta su discurso y sus alianzas a las circunstancias del poder para asegurar beneficios burocráticos y electorales, una práctica comúnmente asociada al término «mermelada». Estas críticas se ven reforzadas por el historial de su departamento, Arauca, una región golpeada por la violencia y la corrupción, donde las lealtades políticas a menudo son volátiles y responden a dinámicas clientelistas.
Su trayectoria, para muchos, refleja la de un partido como Cambio Radical, que ha demostrado su capacidad para formar parte de gobiernos de izquierda, centro y derecha sin mayores reparos ideológicos. Mientras sus seguidores la ven como una política valiente que rectificó su camino, sus opositores insisten en que sus movimientos son un cálculo frío de cara a las elecciones de 2026.
Desconfíen de quienes han pasado por Santos, Petro y Uribe. No se mueven por ideas, sino por mermelada: Lina Garrido pic.twitter.com/GEbFnIY4vh
— U L D A R I C O (@UldaricoChilito) October 3, 2025
Redacción Política Pluralidad Z.
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