¡¿Celebrar el día de la mujer?!

Día de la mujer
Día de la mujer.

¿Celebrar el día de la mujer? Siempre ha sido lo mismo: un invento más del capitalismo, un día donde se apaciguan los miles de feminicidios en el mundo, una comprada de flores y chocolates para adornar más la casa. Celebrar no; conmemorar.

Por: Mateo Mora

Se conmemora para apaciguar el horror, para no quedar al margen del fracaso institucional de este patriarcado tenaz en el que vivimos. Se conmemoran las vidas, los sueños, los siglos antecesores de inequidad. Celebrar es entrar al declive concepto de este capitalismo salvaje en el que vivimos, en los hilos tejidos de esta sociedad.

Eso sí, vale la pena repetirlo: la mujer es un individuo revolucionario por condición social. Revolucionarias desde sus trabajos del hogar al hacer oficio durante días enteros: barre que barre, cocine, planche, vuelva a barrer y cuide a los niños.

Revolucionarias desde sus trabajos al aguantarse a sus jefes y las sesiones interminables de Zoom para prolongar las horas. Revolucionarias desde los colegios y universidades al proponer ideas que vayan en contra de lo establecido.

Eso son: seres de respeto y de empatía que han cambiado este mundo más de lo que los hombres hemos hecho. Porque eso sí, las he visto con el computador aguantándose sesiones enteras de estudio; las he visto en la cocina cocine que cocine para los hermanos y familia; las he visto con la máquina de coser para darle de comer a la familia como única alternativa económica; las he visto subiéndose al Transmilenio aguantándose los empujones y malas intenciones de otros hombres; las he visto aportando ideas personales en vez de las normalizadas por el Estado y la moral; las he visto… Pero también he hablado con ellas: con mi mamá, mis amigas, mis tías, mis compañeras de estudio, mis vecinas; y sé, más por testimonio que por horror mismo, el significado casi arquetípico de la mujer como individuo social. Un encasillamiento más de lo que significa ser. Y ahí uno se pregunta: ¿todavía es posible en este país construir nuevos rumbos sociales?

Todavía, por supuesto. Sin mujer no hay maternidad, ni hijos, ni familia, ni nuevos rumbos sociales, ni nada. La lucha de las mujeres, ante todo, es la antesala de creación de nuevas libertades para el mundo. Desde las primeras mujeres que marcharon hacia Versalles en plena Revolución Francesa con los lemas de “libertad, igualdad y fraternidad”.

De pie, caminando, animando a los hombres para que se unieran a la causa, de ahí se desprendería décadas después el movimiento feminista para la inclusión de la mujer en la educación, el derecho al voto y en las labores del hogar. Simone de Beaviour se le recuerda como significancia en los cincuenta al establecer la famosa, pero no común frase: “No se nace mujer, uno llega a serlo”.

Esas son todas las mujeres: seres que llegan a serlo a punta de libertad. De Versalles en pleno siglo XVIII pasamos a las multitudes de mujeres en la plaza de Mayo para pedir respuesta por sus hijos desaparecidos durante la dictadura argentina, similar a las miles de mujeres que salieron a protestar el año pasado en Chile por un nuevo revolcón en su Estado o la unidad de las humildes madres de Soacha como un solo grito para comprender la verdad del magnicidio aun no aceptado de los falsos positivos en nuestro gobierno. Momentos históricos distintos, países distintos; la mujer como protagonista principal.

¿Por qué? Justamente porque ellas nunca le creyeron al filósofo Leibniz en pleno siglo XVII cuando dijo que este era el mejor de todos los mundos. ¿Mejor de los mundos para ellas cuando su cuerpo estaba atado a la voluntad irresoluta de un marido o de un padre? Por eso nunca le creyeron, por eso siempre han luchado durante todo el siglo pasado por entrar en la educación, en la vida laboral, en la política, en la libertad de decisiones de cómo ser líderes de sus cuerpos.

Mujeres que han pateado el sistema patriarcal y nos han enseñado a los hombres a hacer lo mismo; mujeres diferentes sin importar el qué y el cómo. Por eso así, como las madres de Soacha, la mujer colombiana sigue encontrando su refugio y voz a pesar que se esfume con el tiempo. A pesar que las fatídicas cifras de feminicidios infantiles y violencia intrafamiliar crecen casi a la par que el mismo virus, casi como si la pandemia no fuera inmunológica sino social.

Sin embargo, vale resaltar esa lucha ya realizada de la inclusión de la mujer en la educación, derecho al voto, ciudadanía y derecho laboral. Lo tenemos a medias, en algunos factores, pero lo tenemos. Por supuesto falta construirlo pero ahí se va; por lo menos tenemos como vicepresidenta y como alcaldesa de Bogotá ese espejo de estos cambios. Claro que falta: pero las mujeres siguen construyendo. Nuestras mujeres colombianas siguen luchando como un árbol humedecido ante las lluvias sin nunca flaquear.

Gracias mujeres porque la nueva sociedad nace a partir de un revolcón de las brechas sociales. Este revolcón de ustedes. Este reconocimiento de cambio. Por eso es necesario una nueva sociedad donde en la casa la mujer deje de cocine que cocine, lave que lave, barra que barra; de ahí empieza todo. Los hombres no somos menos masculinos por hacer estos oficios. No es una cuestión de colaborar sino de crear sociedad a partir de lo poco, lo secreto, lo no normalizado.

Mujeres que se levantan todas las mañanas ante sus problemas continuando día tras día para ser felices; ejemplo de ello son mis amigas, los miembros de mi familia. Ser mujer, en un país y en un gobierno como este, es un acto de resistencia ante todo.

Por eso la filósofa judía Hannah Arendt tiene toda la razón: “La pluralidad es la acción de la condición humana”. Es decir: todos somos humanos y en esa diversidad construimos humanidad. Ustedes, las mujeres, si saben de esto: gracias a su diversidad y posicionamiento siguen reconstruyendo esta humanidad. ¿Por eso día de la mujer para qué? ¿Para celebrarlo? ¿Para conmemorarlo? Solo puedo enfatizar una cosa: el día de la mujer es la metáfora de la resiliencia en nuestro iceberg social.