“Los medios de comunicación son la entidad más poderosa de la tierra. Ellos tienen el poder de hacer culpable al inocente e inocente al culpable, y este es el poder. Porque ellos controlan la mente de las masas”- Malcolm X.
Escrito por Juan Diego Rivera (El Aguijón)
Colombia tiene una historia bastante longeva de conflicto, que es capaz de desgarrar el corazón de cualquier receptor que se digne a estudiarla o intente vislumbrar su tragedia, un camino largo y martirioso que se ha forjado con sangre y lágrimas de víctimas, una historia que, por más que se trate de borrar, se ha profundizado a tal medida en el recuerdo del pueblo, que para este es casi imposible olvidar dicho yugo de lamento al que fue sometido durante décadas.
Una guerra morosa y dolorosa ha tenido que sobrellevar el pueblo colombiano, una guerra que sin duda dejó millares de cicatrices en los corazones de sus víctimas, y que, aún en la actualidad, vive en el peso de sus muertos y en la memoria, reposando en las mentes y corazones de madres, hijos, esposos, hermanos y amigos.
Pero lo realmente preocupante aquí, es cómo se ha aprovechado el sufrimiento para fines e intereses personales por parte de personas inescrupulosas, que para infortuna de nuestro país, son quienes tienen la batuta de liderazgo y poder burócrata en Colombia. Aquellas personas que ejercen desde el dominio político, han logrado generar una maliciosa consciencia colectiva, convirtiéndola en su mejor arma, que alimenta a sus votantes y reelectores; quienes, naturalmente, garantizan su permanencia en el poder. Y lo han logrado, han logrado elaborar una mentalidad plagada de cinismo, indolencia, inhumanidad y radicalismo.
Los medios de comunicación, en su papel de difusores informáticos, han desdibujado en principios y criterios la fórmula perfecta para el manejo de la noticia, consiguiendo manipular el producto periodístico que llega a los colombianos y atrae a las masas, con el propósito de moldearlas a su antojo y parecer, pues una sociedad ignorante es capaz de depositar su confianza, al igual que su verdad, en representaciones de la realidad, así estas sean descaradamente adulteradas, siempre y cuando estas se adecuen con intereses sociales, políticos, ideológicos, económicos o religiosos particulares.
¿En consecuencia? Una sociedad con serios problemas de razonamiento, entendimiento ético y moral de la realidad, una sociedad que sigue cayendo año tras año en falsas promesas y reeligiendo a los mismos de siempre, esos mismos que no son capaces de desprenderse del poder y de la teta pública que les da de comer, les sostiene, además de financiar sus estructuras delictivas, consiguiendo así la naturalización de la corrupción y la aceptación de esta misma en dicha consciencia colectiva.
La mente de los colombianos es un producto, un medio para la acción, nos perciben como esa garantía inacabable para poder aferrarse al poder, así es como nos crían y educan, con pensamientos mediocres y conformistas, inyectándonos una doctrina errónea, apropiándose de nuestras conciencias y haciéndonos creer, con discursos populistas y politiqueros, que la suya es la verdad absoluta.
Para finalizar, quiero que tengan presente esta célebre frase: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.” – Abraham Lincoln.
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