En los últimos años, Medellín ha emergido como un destino muy demandado por extranjeros en búsqueda de servicios adultos. Las redes de explotación sexual son cada vez más frecuentes y se promocionan sin freno en internet.
Sin embargo, tras conocerse el caso de un hombre estadounidense junto a dos niñas de 12 y 13 años en un hotel lujoso ubicado en el barrio El Poblado, ha aumentado el rechazo hacía esta problemática.
Medellín se convirtió en el epicentro del turismo adulto
Recientemente, un internauta publicó un video con una opinión bastante controversial. Según sus declaraciones, la culpa de esta problemática no recae en los visitantes gringos, sino en los residentes de la ciudad que propician este tipo de turismo.
“¿Ustedes nunca se han puesto a reflexionar por qué siempre nos llega lo peor de los gringos a Medellín? No es que los gringos sean todos malos, hay mucha gente que tiene sus familias, que viaja con sus hijos y sus esposas”, aseguró el internauta.
A su vez, reveló que se encontraba en Indonesia por lo que tuvo la oportunidad de notar que muchos turistas estadounidenses viajan con sus familias sin buscar actividades inapropiadas.
“Yo en este momento estoy Indonesia y veo un montón de gringos viajando con sus familias y no están buscando nada malo, pero coincidencialmente siempre nos llega lo peor a Medellín”, agregó.
Su argumento también se centró en la percepción que se crea en torno a la ciudad y cómo esta afecta la calidad de los turistas que la visitan.
“¿Por qué en otros países llegan buenos turistas y por qué a nosotros nos llega lo peor?” se preguntó.
Y la respuesta, según él, radica en la cultura que nosotros mismos proyectamos.
“¿Cómo queremos que nos lleguen buenos turistas a Medellín si somos los primeros en vender toda esa cultura de narcos?” criticó. Desde la popularidad de las narconovelas hasta la comercialización de la figura de Pablo Escobar, señaló que los ciudadanos contribuyen a perpetuar esa imagen negativa.
Sin duda alguna, este ciudadano pone sobre la mesa una realidad incómoda: la forma en que los habitantes contribuyen a la percepción que los extranjeros tienen de la ciudad.
“Cada quien vende a su país como quiera”, admitió, “pero después no nos estemos quejando si nos llega siempre lo peorcito de Estados Unidos a Medellín”, concluyó.
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