La banda del paraquito | Opinión

Temor:

Tienen miedo, están “alarmados”. Los jóvenes, no les creemos y por eso nos satanizan; nos llaman “rebeldes y resentidos” por indignarnos al ver una nueva masacre social cada día.

Sempiterno:

Ese, “el paraquito”, siempre ha tenido una banda alrededor que lo defiende hasta la muerte, como cualquier político fascista y genocida de la historia. Ese, el “innombrable”, siempre ha engañado a sus compatriotas y a su gente, con esa cara de sacristán, de seminarista, de sotanero imberbe. Esas, “Las bandas del paraquito”, se han encargado de que, a toda costa, con todo tipo de estrategia y a cualquier precio (corrupción institucional, genocidio estatal y manipulación mediática) su política del odio se perpetúe en Colombia.

Historia:

Una de sus primeras bandas, aquella que llegó a crecer tanto para ser reconocida como “el Cartel de Medellín”, lo acogió como un “bendito muchacho”, “ese bendito muchacho”. En ese entonces, la banda que lo rodeaba, sus aliados, cómplices, sicarios y matones, eran personas como Pablo Escobar, como Carlos Lehder, como los hermanos Ochoa, quienes operaban desde “Tranquilandia” un cartel que fraguó los peores crímenes y dejó desastrosas secuelas en este país, unas que jamás lograremos borrar.

Esa banda que en el pasado y en el presente se ha encargado de destruir a políticos, periodistas, activistas, defensores de derechos humanos y, en general a todo aquel que se atreve a denunciarlos, esa banda destruye con la muerte.

La banda del paraquito

Ahora esta banda, se ha “reinventado”: ahora actúa de manera más estructurada, sofisticada y descarada, como una verdadera asociación para delinquir. A ella nada la frena, no se convertirá en “engendros de siete cabezas” porque ya lo es, siempre lo ha sido.

Esa banda se adueñó de este país y lo sabe, por eso, criminaliza a quienes exponen sus delitos, denigrando con clasismo a quienes nos oponemos a su barbarie: porque tienen tatuajes o se dejan crecer la barba, porque tienen «mala o maloliente apariencia», porque son de diferente estrato social, porque solo quieren la “fama y reconocimiento”, ese que ellos han negado, perpetuándose en el poder mediático cada año con un nuevo contrato, otorgado por “la banda” que defienden desde su posición a toda costa, sin que les importe pasar por encima de las víctimas.

Ellos, quiénes no actúan desde una trinchera, una bodeguita ni desde una red social sino desde el establecimiento, ellos son los que aplican precisamente el sicariato moral. Y hoy siguen vigentes y con una nueva conformación.

Esa band utiliza hoy la presidencia, el congreso, los medios de comunicación tradicionales, las instituciones, organizaciones y entidades oficiales. Los miembros de esa banda se han reinventado. Saben que deben permanecer unidos todo el tiempo o su régimen ya habría acabado. Desde la presidencia tienen una marioneta sin experiencia, que solo obedece sin reprochar las órdenes del capataz. Desde el congreso, narcotraficantes activos que en medio de su cultura traqueta luchan por declarar el “carriel” como patrimonio mientras la gente muere de hambre en medio de una pandemia.

Desde los medios de comunicación, periodistas preparados que criminalizan con sus cámaras y micrófonos a quienes protestan, a quienes han despertado, a quienes denuncian y ya no se quedan callados. Desde las instituciones, funcionarios corruptos que legitiman un país traqueto y mafioso, todo por un contrato y un carro blindado. Desde las organizaciones, derramamiento de sangre de gente inocente, todo para justificar las políticas de un Estado que se lucra con leyes basadas en la promoción de la guerra. Así actúa la banda del aparato organizado de poder, del narcoestado colombiano, “la banda del paraquito”.

Vicky, responda

¿Cuál es el miedo a la réplica? “El que nada debe nada teme” y “el que calla otorga” son frases muy reconocidas en la cultura popular y que le encajan perfectamente a usted en este momento.

  • ¿Quién es el cliente? 

Nota: Para cientos de miles de nosotros, usted ya no es ninguna periodista, lo dejó de ser hace muchísimo, desde que decidió subastar sus ideales y vender su voz. Aun así, le preguntaré: ¿no es ilógico que una periodista no responda las preguntas que se le formulan de manera legal y pública?, ¿sabe usted lo que es la ética? En mi última columna pregunté quién es el cliente, todo esto para presionar a que saliera a rechazar el uso ilegal de nuestros datos. Al parecer no le gustó, nos acusó de ser sicarios morales. ¡Cobarde! ¿A qué se debería su reacción? ¿Será usted la cliente?

Vicky, no se equivoque.

No somos sicarios ni delincuentes; no hacemos parte de ninguna bodega ni nos pagan por reclamar sobre lo justo y sobre nuestra privacidad. No somos extremistas por indignarnos con la invasión a nuestros derechos, tampoco somos zombies y mucho menos borregos. Solo le exigimos respuestas. O es usted, ¿la cliente de “la banda del paraquito”?