No suele ser buena noticia que un país aparezca en un mapa coloreado en tonos naranjas, pero menos todavía si se está analizando el índice de censura (elaborado por la plataforma Index on Censorship) y Colombia no salga bien parada. Esta plataforma, Index on Censorship, tiene su sede en Liverpool y toma datos de diferentes indicadores sobre la censura de cada país para elaborar un índice global con el que tomarle el pulso al estado de la libertad de expresión en todo el mundo.
En una escala del 1 al 10, donde el 1 representa la mejor puntuación y el 10 la peor, Colombia tiene una puntuación de 7, y se encuentra entre los países latinoamericanos con mayores problemas de censura. Según este estudio, los colombianos solo estamos por detrás de Cuba, Nicaragua y Venezuela en materia de libertad de expresión, por lo que nos queda mucho para equipararse a los países más libres del continente: Uruguay, Chile y Canadá.
La censura en Colombia responde a múltiples causas
En el caso específico de Colombia, la censura y los límites a la libertad de expresión responden a diversos factores, que no necesariamente pasan por la injerencia gubernamental. Si bien el informe parece considerar que el marco legal colombiano no es el idóneo para garantizar la libertad de prensa, como sí ocurre Suecia o Noruega, parece que los problemas que se detectan en Colombia responden más bien a otros contextos.
Las presiones de diferentes grupos organizados para limitar la información que pueda cuestionar o poner en riesgo sus actividades ilícitas parecen ser el principal motivo por el que Colombia no es uno de los países ideales para expresarse sin temor. Se trata de una situación que, como sabemos, viene de lejos, y que no tiene una fácil solución a corto plazo, pero que tarde o temprano deberíamos ser capaces de superar.
Una situación preocupante, pero que podría ser peor
Dentro de lo malo, cabe destacar que la situación de Colombia dentro de este índice podría ser bastante peor. Países como China, Corea del Norte, Myanmar o Arabia Saudí presentan la peor puntuación, ya que en ellos el flujo de la información pasa por un férreo control del Estado, que se extiende a todas las formas de comunicación (la prensa escrita, la televisión, la radio e internet).
En este sentido, quizá el ejemplo más espeluznante sea el de China, donde la tecnología del ‘gran Firewall’ impide el acceso a todo tipo de plataformas online occidentales como YouTube, Facebook, Instagram o la propia Google, imponiendo el uso de herramientas controladas por el Estado. A esto hay que sumar además un sistema de reconocimiento facial de vanguardia, haciendo que el Estado pueda operar casi literalmente como ‘el Gran Hermano’.
Las herramientas de ciberseguridad, al rescate
Tanto en China como en muchos otros países afectados por la censura estatal, el uso de VPN está cada vez más extendido para poder acceder a la información del exterior. En los últimos meses, lo estamos viendo sobre todo en Irán, donde las mujeres iraníes y otros grupos las utilizan para poder comunicarse y evitar al mismo tiempo los controles del gobierno de los mullahs.
Gracias a que una VPN permite cifrar la conexión y navegar por internet desde una IP exterior, cualquier persona en un país sometido por la censura puede conectarse a un VPN mexicano, canadiense o alemán, accediendo a toda la información que, de otro modo, estaría fuera de su alcance. Además, el sistema de cifrado impide que los datos de navegación sean accesibles por parte de los servicios de vigilancia del gobierno, protegiendo así las comunicaciones de los grupos insurgentes o, simplemente, de las personas que quieren ser libres.
El fortalecimiento de las instituciones democráticas
En última instancia, se diría que no hay una solución sencilla y a corto plazo para los problemas de censura en Colombia, como no la hay en ningún otro país del mundo. Revisando el índice de censura, se ve con claridad que los países con mejor puntuación –Suecia, Finlandia, Canadá, Dinamarca, Australia…– cuentan con democracias sólidas y un largo período de estabilidad en sus respectivas sociedades, algo que no se construye de un día para otro.
El camino para disfrutar de una sociedad libre de censuras, por lo tanto, pasa por la acumulación de esfuerzos en múltiples sectores, desde el educativo hasta el político, sin olvidarnos del periodismo, la militancia social y la convivencia en general. No se trata de un camino para nada sencillo, pero no imposible, con certeza seremos capaces de construir un futuro mejor si lo hacemos entre todos.