En un lugar no muy lejano, por aquellos lados del departamento de Córdoba, vive un siempre ponderado y bastante abanderado, Don Alberto Urías Balas, hombre parco, de piel ajada y porte particular: camisa a cuadros, sombrero paisa eso sí, pantalón con un buen cinturón y el infaltable carriel. Su esposa Luna Molina, de vez en cuando llamada “Luna de Balas” con porte de elegancia por su larga formación religiosa, se asemeja a una hermana de aquellas que hacen caridad.
Un día cualquiera, Don Alberto llega a su casa después de dar un paseo en el caballo galopante – Orión le llamaban – que era de paso fino:
- Alberto Urías Balas: Mija – gritó Don Alberto a Luna – tráigame un tinto de esos bien cargados pa’ ver si se me quita este dolor de piernas.
- Luna Molina: Llamaron Jenaro y Tobías – suspira profundo –
- AUB: ¿Qué dijeron?
- LM: Que no alcanzaron a vender todas las manillas pero que ya agarran ligero para el poblado.
- AUB: Ah! Esos hijos míos sí son unos berracos pal’ trabajo. La vez pasada metieron una plata en una pirámide y los avispaos la sacaron a tiempo.
- (Se sienta en la mesa y se quita el sombrero)
- AUB: Mija ¿si vio a Claudita Bahamón?
- LM: ¿La señorita presentadora?
- AUB: Sí, esa que salió en “Un canto por Colombia”.
- LM: Mijo y esa ¿no fue la que nos ayudó en la campaña por Ivancito?
- AUB: Qué charro – toma tiempo para reír – yo que la veía tan bien puestecita.
- LM: ¿Y ahora qué pasó?
- AUB: Ahora disque llorando porque se está afectando al medio ambiente.
- LM: Yo no sé – agachando un poco la mirada – desde cuando se junta con el chirrete del Julián Román…
- AUB: Ése fue el que nos dañó la jugadita.
- LM: A mí sí me gusta Jorge Cárdenas – sube de nuevo la mirada con una sonrisa – se ve que no es un chichipato.
- AUB: ¡Ave maría! Ese sí es un colombiano de bien. ¿Te imaginás donde logremos el próximo meterlo al próximo gobierno?
- (Suenan golpes en la puerta de la casa)
- LM: ¡eh! ¿quién será que me va a tumbar la puerta? – abre la puerta –
- Jairo Granadas: Buenos días Doña Luna.
- LM: Don Jairo Granadas ¿cómo está? Siga que allá está Alberto tomándose el tinto.
- JG: Don Alberto le traigo el recado de los abogados – Se acerca a la mesa –
- AUB: ¡Hombre qué buena noticia! – saca dos mil pesitos – tómese una gaseosa ¿qué le dijeron?
- JG: Don Alberto, no se pudo lo de los testigos, esos tipos sólo nos hicieron quedar mal.
- AUB: ¿Cómo así? – comienza a cambiar subir el tono de voz –
- JG: Cálmese Don Alberto – le dice un con voz temblorosa –
- AUB: ¿No les alcanzó la platica que les dimos? No jodás Jairo, no jodás.
- (Don Alberto se levanta, abre la gaveta de la cocina y saca un frasco de valeriana)
- AUB: Jairo, hágame el favor y le echa dos goticas al café.
- JG: Don Alberto, hay algo más.
- AUB: No me digás ¿ahora qué pasó?
- JG: Don Alberto, parece que lo tenían chuzado.
- AUB: ¡O sea que esta conversación la están escuchando estos hijueputas!
- JG: Probablemente sí.
- AUB: Pero ¿cómo así?
- LM: Jairo ¿a mí también?
- JG: No Doña Luna, lo suyo también es grave.
- LM: No me diga que es de las tierras.
- JG: Sí Doña Luna, se nos cayó el negocio de los terrenos baldíos.
- AUB: Jairo, alísteme por favor el número de Victoria
- JG: ¿La periodista?
- AUB: Sí, necesito que me ayude con ese tema.
- JG: Tranquilo Don Alberto, yo arreglo todo.
- AUB: Mija – toma un sorbo de tinto – llámese a Jenaro y a Tobías.
- LM: ¿Qué les digo?
- AUB: Que paguen la ayudita de siempre contra esta gente.
Hasta la fecha de hoy, Don Alberto Urías Balas sigue empeñado en no mostrarse arrepentido, aunque no se pruebe que él es un bandido, su hermano, amigos y conocidos saben lo que ha mentido. Cuentan las malas lenguas, que se encuentra bastante enojado, que Colombia ha despertado. Esperamos que el día que pague sus condenas, podamos decir que éste diálogo inconcluso ha finalizado.
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Por: Daniel Duarte Arias