Por más de 40 años, Gabriel Garrido Navarro ha sido sinónimo de tradición y pasión por el toro en las corralejas del Caribe. Conocido como el “patriarca de las corralejas”, este ganadero de Sincé, Sucre, ha dedicado su vida al toro bravo, dejando una huella imborrable en cada plaza que ha pisado.
“El amor por el toro bravo me vino por mi abuela, María de Jesús Lastre, la única mujer ganadera que ha dado toro en la historia. De ella heredé esta pasión”, contó Garrido al recordar sus raíces.
La historia de Gabriel Garrido Navarro
Desde entonces, su vida ha estado marcada por grandes triunfos y también profundas decepciones. “Una vez en Sincelejo di una torada y quedé mal, de 36 toros que llevé sirvieron solo 20. Al día siguiente hice cambios en la finca”, confesó en una entrevista.
Su primera experiencia en una corraleja fue hace 42 años, cuando, casi por accidente, se convirtió en pionero del alquiler de toros.
“Tenía 20 toritos que saqué de vacas de ordeño, y un día un torero me preguntó si se los alquilaba. Eso nunca se había visto. Le dije: ‘Está bien, ahí tienen los toros’. Desde ahí, los seguí alquilando porque respondieron de lujo”, recordó.
Uno de los momentos más especiales de su carrera fue cuando sus toros debutaron en la plaza de Cotorra, Córdoba. “Ahí me gané el cariño del pueblo. Llevé 36 toros por 3 millones de pesos, pero terminé brindando los toros sin cobrarlos. Por eso, en ese pueblo me quieren tanto”.
Actualmente, su ganadería cuenta con alrededor de 120 toros, aunque reconoce que la pandemia afectó seriamente al gremio. “Estamos en un momento difícil. Hay muchas corralejas, pero pocos toros. Yo estoy en todas, lleve ganado o no”, señala.
Gabriel también habló con orgullo del toro más famoso que ha tenido: Chelelé, una leyenda de las corralejas. “Ese toro salió 24 veces a la plaza, ganó 18 trofeos y dejó 20 caballos entre muertos y heridos. Eso no se vuelve a ver”.
Hoy en día, una tarde de toros puede costar entre 80 y 85 millones de pesos, un esfuerzo económico enorme que incluye contratos con toreros, transporte, curas y muchas veces pérdidas. “El toro es un atleta. Pero si no se usa, se vuelve un sinvergüenza”, explicó Gabriel Garrido Navarro.
Gabriel recordó con emoción su primera oportunidad en las corralejas de Sincé, un momento clave en su carrera. A pesar de que no le ofrecieron pago alguno, aceptó participar para demostrar que sus toros estaban al nivel de los mejores.
Sin embargo, la política también ha estado presente en la vida de Gabriel Garrido Navarro, como cuando fue excluido de las corralejas de Sincé en 2006 por no apoyar al alcalde de turno, a pesar de su trayectoria.
Gabriel sigue siendo una figura clave en las fiestas taurinas del Caribe. Su conocimiento, experiencia y carácter lo han convertido en un referente obligado.
Con su voz pausada pero firme, lanzó una última reflexión: “Lo único que sí veo mal son las banderillas. ¿Para qué se las ponen al toro? Déjenlo quieto”.
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