La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) realizó un análisis de la relación del presidente saliente, Iván Duque, con los medios de comunicación. El informe concluyó que “el presidente implementó una estrategia lesiva contra la libertad de prensa”. El ‘derrochón’ Iván Duque priorizó el gasto en viajes, camionetas y comidas exóticas.
Durante los cuatro años de gobierno, Duque intentó controlar la narrativa sobre su gestión, siguiendo unos lineamientos entregados por sus asesores. “El primero, construir una poderosa máquina de comunicaciones con el propósito de posicionar su propia versión de los hechos y, el segundo, segmentar al periodismo entre amigos y enemigos”, describe el informe.
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La FLIP decepcionada con Duque
El mandatario construyó una maquinaria de comunicaciones para alcanzar su objetivo. Gastó más de 46 mil millones de recursos públicos en pauta oficial. “La mayoría de los contratos tenía como objeto reforzar las narrativas sobre su gestión, figurar en medios internacionales y monitorear las redes sociales para identificar a quienes opinaban sobre su administración”, explica el estudio.
Un ejemplo de estas maniobras, tiene que ver con la contratación a la empresa Alotrópico S.A.S con el objetivo de defender al gobierno frente a las manifestaciones, a través de la difusión de mensajes como: “Colombia quiere más propuestas, menos movilizaciones”, “conversar para avanzar, si uno para no avanza”, entre otros.
Por otra parte, el presidente Iván Duque triplicó su equipo de comunicaciones, que pasó de 15 a 54 funcionarios a su disposición. A su vez, terminó utilizando el programa presidencial “Prevención y Acción”, para sus monólogos políticos y no para monitorear la salud de los colombianos.
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El mandatario también demostró un favoritismo por algunos medios de comunicación como RCN, pues una de cada seis entrevistas fue a este medio, 19 veces a Blu Radio y una vez para El Espectador.
Por último, la violencia contra la prensa se intensificó: en los cuatro años de Duque, más de 750 periodistas fueron amenazados. “Tenemos por un lado un aumento en la violencia en general y eso ha afectado a los periodistas, en un promedio de 250 amenazas cada año y cinco periodistas asesinados (…) Desafortunadamente la Unidad de Protección Nacional no ha entregado las garantías para el cumplimiento de la labor”, indicó el presidente de la fundación, Jonathan Bock.
A pesar de todos sus esfuerzos para controlar la narrativa de comunicaciones, no logró su objetivo. Se despide de la Casa de Nariño con una baja popularidad y con una opinión pública en su contra.
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