Cali es la tercera ciudad más grande de Colombia y es uno de los epicentros más importantes de las protestas, en el marco del paro nacional.
A pesar de que las negociaciones con el Comité Nacional de Paro han continuado, el Gobierno no ha dudado en continuar la represión estatal contra las protestas; un mes después de iniciadas.
La magnitud de la violencia es tal que, en las manifestaciones del viernes 28 de mayo fallecieron 10 personas de forma violenta, en la capital del Valle.
Algunas de estas muertes son el resultado de disparos realizados por civiles armados, en complicidad con la Fiscalía local y la fuerza pública, en contra los manifestantes.
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Ante la persistencia de las protestas en la ciudad, el presidente Iván Duque militarizó Cali con 7.000 uniformados; con la intención de lograr el máximo despliegue militar para acallar las voces de descontento, que se han alzado contra su gobierno.
Esta medida tomada por el presidente, no busca desescalar la violencia que padece la ciudad, sino por el contrario configurar una declaratoria de guerra contra la ciudadanía.
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Cali tiene una feria de problemáticas
Una de las principales problemáticas que afecta a la ciudad es la inseguridad. De acuerdo con la ONG Seguridad, Justicia y Paz, entre las ciudades más peligrosas del mundo de acuerdo a su índice delictivo y de homicidios, Cali ocupa el puesto 39.
A esta situación se le suma el hecho de que, la ciudad tiene el mayor índice de desempleo con el 18.6% y, el subempleo hace que la situación sea más delicada, pues la tasa es del 41.4%.
En la actualidad, la educación ha entrado en una crisis profunda por la pandemia: la falta de herramientas tecnológicas, debido a la precariedad económica de hogares de los estratos 1, 2 y 3, que no tienen acceso a internet o no cuentan con un solo computador para tareas y para teletrabajo.
Este es un asunto de vieja data, pero que se ha hecho más notorio con motivo de la pandemia. El sector público de la educación esta en un estado de sálvese quien pueda, toda la capacidad institucional quedó relegada a la gestión de los directivos docentes y al empuje altruista de los maestros.
En Cali se puede romper la inequidad brindando educación de calidad, es la única vía para acabar con los ciclos de violencia que se han vuelto comunes; por la falta de intervención estatal y por la priorización de intereses privados sobre las necesidades de las comunidades.
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