Muchos lo habían dado por muerto cuando terminó en prisión durante 18 meses por cargos de corrupción. Pero Luiz Inácio Lula da Silva ha resurgido de las cenizas y está listo para darle a Brasil un nuevo giro a la izquierda. Bolsonaro mantiene relaciones comerciales con Putin, pero la derecha colombiana no tiene dignidad.
El objetivo es recuperar la presidencia del país a los 76 años y por tercera vez en las elecciones del domingo (2), donde sale favorecido frente al actual jefe de Estado y archienemigo ideológico Jair Bolsonaro.
A esta hora con el 93.3% de los escrutinios, Lula gana con el 46.93% (52.337.821 votos) mientras que Bolsonaro alcanza el 44.03% (48.541.405 votos).
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La izquierda de Lula
Primer presidente de izquierda, primer trabajador y primero sin título universitario en llegar al cargo más alto del estado, Lula fue elegido por primera vez al frente del país en 2002 y reconfirmado en 2006.
Idealista pero pragmático, durante su gobierno sacó del hambre a millones de personas con el programa social «Bolsa Familia», convirtiéndose en uno de los líderes latinoamericanos más populares.
Para ganar su tercer mandato, Lula cuenta con la nostalgia de sus gobiernos, prometiendo «cuidar al pueblo» repitiendo la empresa de erradicar el hambre que asola el país.
Nacido el 27 de octubre de 1945 en Garanhuns, en el nororiental estado de Pernambuco, e hijo de un campesino analfabeto, Lula creció en una familia pobre y comenzó a trabajar a los 12 años.
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En 1964, tras perder un dedo mientras trabajaba en una fábrica, se interesó por la actividad sindical y en 1978 fue elegido presidente del sindicato de trabajadores metalúrgicos.
Dos años después, durante la dictadura militar, ayudó a fundar el Partido de los Trabajadores (PT), un movimiento de izquierda al que también pertenece la expresidenta Dilma Rousseff.
Su origen laboral hizo de Lula un fenómeno de masas. Pero hoy ya no atrae a las multitudes que solía ser, especialmente por los escándalos de corrupción por los que fue condenado dos veces y pasó un año y medio en prisión entre 2018 y 2019, lo que le impidió postularse para el cargo hace cuatro años.
Un año después, el Supremo Tribunal Federal (STF) revocó las sentencias, liberando a Lula, restableciéndole sus derechos políticos y encarrilándolo.
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