Arabia Saudita, que carece de lagos, ríos y precipitaciones constantes, ahora depende de docenas de instalaciones que convierten el agua del Golfo y el Mar Rojo en agua potable, abasteciendo a ciudades y pueblos que de otro modo perecerían.
Sin embargo, las crecientes demandas de desalinización del reino, impulsadas por las aspiraciones del príncipe heredero Mohammed bin Salman de presidir un centro mundial de negocios y turismo, corren el riesgo de chocar con los objetivos de sostenibilidad del reino, que incluyen alcanzar emisiones netas cero para 2060.
Arabia Saudita se enfrenta al alto costo de las desalinizaciones
Proyectos como Jazlah, la primera instalación que fusiona la desalinización con la energía solar a una escala significativa, pretenden aliviar este conflicto: las autoridades estiman que los paneles ahorrarán alrededor de 60.000 toneladas de emisiones de carbono cada año.
Este es el tipo de innovación que debe ampliarse rápidamente: el Príncipe Mohammed aspira a una población de 100 millones para 2040, frente a los 32,2 millones actuales.
«Normalmente, la población crece y luego crece la calidad de vida de la población», lo que requiere cada vez más agua, dijo el director ejecutivo de ACWA Power, Marco Arcelli, que administra Jazlah.
La búsqueda de agua potable atormentó a Arabia Saudita en las primeras décadas después de su fundación en 1932, lo que impulsó estudios geológicos que contribuyeron al mapeo de sus enormes reservas de petróleo.
La Corporación Nacional de Conversión de Agua Salina (SWCC) informa ahora de una capacidad de producción de 11,5 millones de metros cúbicos por día en 30 instalaciones.
Ese crecimiento ha tenido un costo, especialmente en las plantas térmicas que funcionan con combustibles fósiles.
El SWCC dice que quiere reducir 37 millones de toneladas métricas de emisiones de carbono para 2025.
Esto se logrará en gran medida mediante la transición de las plantas térmicas a plantas como Jazlah, que utilizan ósmosis inversa alimentada por electricidad.
En las plantas desalinizadoras de todo el reino, los empleados sauditas entienden cuán crucial es su trabajo para la supervivencia de la población.
La planta de Ras al-Khair produce 1,1 millones de metros cúbicos de agua por día (740.000 mediante tecnología térmica, el resto mediante ósmosis inversa) y lucha por mantener llenos los tanques de reserva debido a la alta demanda.
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